Relato de un encuentro

domingo, 1 de junio de 2008

Hola amigos,
Esta relato es real, aunque no tengo fotografías del momento, ya que los involucrados no me permitieron usar cámaras.
Mi nombre es Francisco y el nombre de mi pareja es Andrea, ambos. Hace tiempo que pretendo ser swinger (personas que hacen intercambios de pareja), pero mi mujer todavía no se anima y yo tampoco la quiero presionar, simplemente nos limitamos a tomarnos fotos haciendo el amor y publicandolas por unas cuantas paginas web de Perú, Argentina, España, Canadá y EE.UU.
Despues de casi un año, ella notó que yo me sentía demasiado inquieto y ansioso por experimentar lo que era un intercambio de parejas y me propuso que yo forme parte de un trio sexual, sin intervención de ella; o sea, que yo haga trio con otra pareja, pero con la condición de estar ella presente de "observadora".
La primer pareja con la que intervine, vino desde Cordoba, Argentina. Despues de enviarnos fotos entre ambas parejas, nos hicimos amigos por el MSN y nos reunimos en Santa Cruz; hicimos una cita en un hotel (...) y cuando nos desnudamos, la rubia cordobesa empezó a chuparme la verga, mientras el marido le lamía el coño y después tambien la penetró por el coño. Mas o menos estuvimos unos veinte minutos en esa situación.
Después ella lo montó a su marido, mientras seguia penetrada por el coño y yo la enculé, previamente me puse un condón por supuesto. La rubia, gemía de placer y por ratos pegaba unos gemidos, que más parecían aullidos. Mientras, mi mujer nos miraba y a pesar que ellos la invitaban a participar, ella no quiso.
Sinceramente, yo me sentía muy incómodo al sentirme observado por mi mujer, "de repente después me va armar una bronca despues" pensaba yo, pero afortunadamente, no llegamos a eso.
Con tremendos gemidos que daba la cordobesa, me daba miedo que vengan los del hotel a preguntar si todo estaba bien; este encuentro fue en un hotel de 5 estrellas muy conocido. Le dimos volumen al equipo de música que habia allí, pero terminamos apagandolo, porque a mi personalmente, me desconcentraba.
Normalmente, yo controlo mi eyaculación y despues de 45 minutos aproximadamte, el marido de la rubia eyaculó y yo no podía todavía; la no sé la razón, pero me imagino que se debía a que era la primera vez que asistía a este tipo de encuentro y además con mi mujer observando todo lo que yo hacía.
La puse a la rubia en "4 pies" en la orilla de la cama, no se por cuanto tiempo.
La cordobesa, finalmente me montó, mientras yo la mantenía enculada, mientras su marido se fumaba un cigarro, hecho mierda de tanto follar. Creo que despues de 1 hora y 15 minutos, recien eyaculé en el culo de la rubia. Sinceramente, fue una experiencia que no sé si llamarla "linda experiencia", porque para mi fue algo incómodo por ser la primera vez, pero la rubia quedó encantada, ya que después que yo eyaculé, me quitó el condón y empezo a lamer mi "pierna numero tres" hasta quitarme todo el semen, la lamió y chupó tanto, que lo dejó bien limpio mi pene. El marido todavía bromeando me dijo "ya no necesitás lavar ese pene". Después de despedirnos y saludarnos, hemos vuelto a tener otro encuentro, ya en la Argentina, cuando nosotros los visitamos.
Perdón, porque no soy muy bueno para lo realtos, no sé usar palabras bonitas y sensacionales, pero este encuentro: fue real.
Un abrazo,
Francisco Javier

Primera experiencia de un trio

jueves, 29 de mayo de 2008

Por: E.P
Espero les guste este relato de mi primera experiencia de un trio, siendo una persona recatada no se como pudo pasar, pero como dicen los tragos dan pa todo menos pa ropa ni comida, pero la verdad me gusto y si se diera la oportunidad de repetirlo lo haria de nuevo.
Espero mantengan en reserva mi correo, para que les siga mandando de futuras experiencias.
Saludos a todos los usuarios de la pagina.
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Les contare mi experiencia en trio; esto me sucedió sin planearlo por mi, tengo una pareja de amigos, ellos son casados y menores que yo, me invitaron un fin de semana a una provincia acá de Santa Cruz , ellos ya tenían todo planeado a mis espaldas, fuimos a una disco, tomamos , bailamos y cuando ya llegamos al hotel a dormir ya era muy de madrugada y ellos me dijeron que no habían encontrado habitaciones separadas y que nos tocaba quedarnos los tres en una sola, me pareció muy normal y entre sin sospechar nada, yo fui al baño me duche y me metí en una de las dos camas que habían, ellos se metieron al baño y al rato cuando salieron yo estaba medio adormecida.Cuando de repente sentí que mi amigo me acariciaba mis senos de inmediato reaccione y vi como mi amiga se reía y nos miraba con ojos llenos de placer, le quise pedir una explicación pero el me tapo mi boca con un profundo y delicado beso que me éxito, ella se metió entre los dos y empezó a acariciar mi pepita, me hundía su dedo y yo ya estaba que ardía de deseo y empecé a chupar muy suavemente la cosita rica de mi amigo.
Yo nunca había sentido el sabor a gloria que tiene una pepita, y la de mi amiga sabia a manjares exquisitos, hundí mi lengua dentro de ella y la chupe con tanta dulzura y placer que la hacia dar griticos de pasión y disfrute, mientras mi amigo me chupaba mi pepita y hundía su lengua dentro de ella haciéndome sentir el mas delicioso de los placeres.
Luego le chupe sus enormes tetas duritas y doraditas y ella me metía su delicado dedo en mi culito apretadito y palpitante de deseo mientras mi amigo ya le metía en su pepita la deliciosa cosita rica que tiene, gemía con una voz delirante y me pedía que se las chupara mas duro, yo para entonces deseaba tener dentro de mi culito la cosita rica de mi amigo, de repente ella se levanto y busco en su bolso un vibrador y me lo metió en mi pepita mientras mi amigo le metía su enorme cosita por el culito de ella, me sentía explotar de deseos, luego el se la saco a ella y me la metió en mi culito !!!!Uuuuyyy!!! Me sentí en el paraíso porque mientras el me cogía rico por mi culito ella me metía el vibrador por mi pepita, que deliciaaaaa.
Para finalizarles mi experiencia les cuento que nos aclaro el día tirando de lo mas delicioso que un ser humano haya disfrutado del acto de hacer el amor, y me explicaron que ese era el regalo de cumpleaños que le daba mi amiga a su esposo, cumplir esta fantasía, lo lamentable para mi es que no he podido repetir la experiencia…

Relato de men del microfono

Trabajo como locutor de radio y, contrariamente a lo que muchos creen, no es un empleo muy bien remunerado, eso sí, tiene ciertos privilegios a los que bien podría llamarles una sabrosa plusvalía.

La historia que a continuación les relato es real, y sin duda, podrá aclararles a lo que me refiero en el párrafo anterior; por ello, los nombres y cualquier semejanza con la realidad.... amigos míos no es mera coincidencia..

Era una tarde de verano, la música golpeaba las paredes de mi cabina... el teléfono, elemento indispensable de feedback y gran motivador de quienes estamos tras el micrófono día a día, siempre es portador de sorpresas.

Y vaya qué sorpresas. Esa tarde sonaba insistentemente, casi desesperadamente. Recién comenzaba mi programa y claro, yo estaba muy motivado y de buen humor; contesté, era ella, Beatriz me saludó con su dulce voz.

Esa voz que tiempo atrás me hechizaba y me hacía soñar con una hermosura de hembra. Algo común en los hechizos de teléfono es que la mayoría de las veces se rompen al conocerse en persona. Ya me había sucedido una semana antes... ¡y justamente con ella! ... sí, ya la conocía.

Era gordita, pelo ondulado, largo hasta los hombros, tez blanca, veintiún años, universitaria, virgen, muy educada, hijita de papá y mamá y de buen trato, o sea, como para desistir de cualquier intento de seducción, estupro o violación.

Lo curioso del caso, volviendo a la llamada, es que la “niña” me busca charla sobre sexo, tímidamente fui cómplice de sus confesiones, muchas de ellas relacionadas con el tema. Me confiesa tener mucha curiosidad por saber más del asunto.

Yo, por supuesto, como todo un buen caballero, le expuse todos mis conocimientos sin pensarlo dos veces, claro, sin malas intenciones, sólo buscando ayudar a una amiga desorientada y descarriada en los placeres mundanos.

Entre llamada y llamada Beatriz por fin se anima y me dice lo que quiere, - ver una película pornográfica -, sí... esas que todos nosotros observamos con cara de envidiosos. Según ella nunca había visto una.

Yo le aconsejé alquilar alguna de un videoclub, alternativa rechazada por ella, por la vergüenza que pasaría al hacerlo. Sin dudar entonces, le insinué que si quería podía llevarla a ver una, pero eso sí, que el único lugar donde podría hacerlo, en completa privacidad, sería en un motel. Me la jugué pendejamente.

Ella dudó un poco, muy poco para ser sincero, y aceptó la propuesta, entonces definimos día y hora y, por supuesto la cantidad que debía llevar ella para pagar el cuarto (claro, no iba a pagar yo por sus gustos...). Nos despedimos, colgué el fono y, les juro, no lo podía creer.

Aun así, no tenía intenciones de forzar las cosas, iría a la cita sólo por curiosidad. Era sábado por la tarde, las seis en punto, la recogí y enfilamos directo al lugar de los hechos. Entramos, era un cuarto de lujo, ella se puso a curiosear y juguetear con todo hasta que yo puse orden y la invité a quitarse los zapatos, echarse conmigo en la cama y disfrutar de la cinta. Se lo había advertido en las charlas previas... “el sexo es mejor cuando uno lo hace que cuando lo ve hacer a otros”..

La primera escena tras prender la tele era la de un furioso negro cobrizo, todo un semental penetrando y cabalgando un blanco, puro e inocente trasero de una virginal y apetitosa rubia.

Un primerísimo primer plano que hizo volcar la cara de Bea. Era suficiente, no quería ver más, le provocó asco el solo hecho de mirar el cuerpo sudoroso del negro, castigando con su furioso pene a diestra y siniestra las partes íntimas de la pobre niña rubia.

Algo que seguramente no comprendía era cómo alguien en su sano juicio podía besar, abrazar, chupar, frotar algo tan erecto, grueso, húmedo y asquerosamente deseable para una doncella. ¡Era repugnante!.

Yo la calmé, le dije que ese era el acto en sí, que sus padres y todos los amantes hacían eso, pero que lo importante era el significado que cada cual le daba, el sentimiento, el gusto que le poníamos a eso tan asqueroso a primera vista. Bueno, hasta que al final la convencí, ahora miraba la película con otros ojos, yo acostado a su lado, le iba explicando cada escena y ella, poco a poco perdía la vergüenza.

Miré mi reloj, ya casi eran las siete, hora de irse le dije, Beatriz dijo NO, “quedémonos una hora más por fa...”. Esa era una señal, ella quiere algo más pensé y le contesté en tono despreocupado: “mirá, yo sólo vine por que me lo pediste, no me interesa ver pornos, ya me cansé de hacer eso, si vos querés quedarte es para hacer algo más interesante”. Bajó la cabeza y tímidamente preguntó: “¿como qué?”, no le respondí, me abalancé sobre ella y la prendí.

Fue intenso, hacía calor y la gorda sudaba a chorros, probé tocar su trasero y ella no dijo nada, seguimos en el revuelque, probé con sus tetas, tampoco dijo nada. Ah no, esta es mía me dije. La gacela se había convertido en tigresa, estaba muy excitada, le desabotoné la blusa y vi sus melones, eran grandes pero firmes, no podía más, debía mamar de ellos, le saqué el maldito sostén y las babeé enteritas, con cariño, con fuerza, con todo. Sentí que Bea ya volcaba los ojos, era como un volcán a punto de hacer erupción, me levanté sin dejar de besarla, ella me ayudó a sacarme la camisa, luego mi pantalón y yo el suyo, le susurré al oído que quería hacerlo, ella entre gemidos respondió: “Tengo miedo, soy virgen, no puedo hacerlo”. “Shss tranquila, dejame hacer todo a mí” le dije para tranquilizarla, ella no respondió.

Quien calla otorga ¿verdad? Entonces procedí. Hice que se echara de espaldas y empecé lentamente a recorrer su cuerpo con mis labios, ayudándome con la lengua donde fuera conveniente. Su cuerpo temblaba con cada movimiento, su piel se estremecía, sus pezones estaban rígidos y pude notar una gran humedad en su entrepierna, el terreno estaba preparado.

Entonces intenté penetrarla, le hablaba al oído para tranquilizarla, le daba instrucciones, ella ponía de su parte, pero era cierto, era virgen, y bien virgen!!!... Mi miembro estaba erecto al cien por cien, firme como un papayo, pero esa era una muralla demasiado bien construida. La puse como “perrito” y nada, hice que me monte como “caballito” y nada, intenté con mi dedo, ella gritaba, le dolía, pero al fin lo logré. Ingresé a esa cueva inexplorada con el único medio que podría lograrlo, con el dedo explorador, sí, aquel que mostramos cuando alguien nos jode y estamos a prudente distancia, ese fue el privilegiado, el que la rompió.

Pero el camino no estaba abierto y el tiempo pasó rápido, esa es la huevada de ir a un motel sin mucha plata, apenas disponía de siete minutos y ella, toda llorosa, ya no quería saber de más intentos. Entonces hice la última jugada, fingí un dolor en el bajo vientre y le expliqué que un hombre no podía quedarse a medias, que debía eyacular o podría enfermarse.

Ella era buena y comprensiva, se apoyó en mi pecho y me preguntó muy tiernamente: “¿Cómo te puedo ayudar?”. Se pueden imaginar cómo se me iluminó el rostro ¿no?, entonces tomé su mano e hice que me agarrara el pene aún duro y le dije: “¿Te acordás lo que la choca le hizo al negro en la película para que termine?”, ella no me miró, sólo susurró que no sabía hacerlo, pero empujando suavemente su cabeza hacia abajo la convencí de que esa noche podría aprender.

Y lo hizo, al principio sólo lo besaba pero luego agarró confianza y me dio la mejor chupada de mi vida, no había duda, tenía un don natural, había nacido con él. Volví a salir con Bea unas dos o tres veces más, nunca pudo, o no quiso ser mía, era una virgen convencida de que no debía dejar de serlo, pero eso sí, tuve maravillosos orgasmos gracias a su boca prodigiosa.